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La creciente importancia de los reportes de sostenibilidad en las empresas: entre la regulación, la transparencia y las oportunidades de mercado.
Por: Fred Seifert, Ester Zaha
Octubre 2024
Edificio ecológico con jardín vertical (Imagen: Artinun Prekmoung)
Cada vez más, para las empresas con casas matrices en Europa o con fuertes conexiones comerciales, el reporte de sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación.
Lo más importante para que una empresa empiece a reportar su desempeño en sostenibilidad, es realizar un diagnóstico de cuáles son los temas ASG materiales para su negocio e identificar el nivel de desempeño esperado para la empresa.
En 2010, Unilever divulgó su “Sustainable Living Plan”, con decenas de metas y compromisos para generar impacto a diferentes poblaciones, reducir su impacto ambiental y repensar su cadena productiva de punta a punta. ¿Por qué generaron este compromiso y la necesidad de divulgación de sus resultados? Asimismo, ¿qué ganan las empresas que tomaron decisiones similares?
Es importante mencionar que la decisión de Unilever de identificar y reportar sus impactos -así como definir medidas para reducir los efectos negativos y maximizar los positivos- no está alejada de una tendencia de mercado de las dos últimas décadas, con la incorporación de temas ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) por parte de empresas financieras y no-financieras, y que ha ganado impulso significativo desde el 2020. Esta tendencia tiene diferentes motivaciones y una, ciertamente, es la regulación.
En Europa, países como Francia tienen exigencias formales sobre la divulgación de información ASG por parte de las empresas desde hace una década. Asimismo, en toda la Unión Europea (UE), a partir del 2024, la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) obliga a las empresas que cotizan en mercados regulados de la UE y empresas grandes (de más de 250 empleados o facturación neta superior a 40M € o activos totales superiores a 20M €) a hacer lo mismo. Al igual que los informes financieros tradicionales, sus reportes deben seguir estándares definidos y ser verificados por una auditoría externa. Cada vez más, para las empresas con casas matrices en Europa o con fuertes conexiones comerciales, el reporte de sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación.
En varias naciones latinoamericanas, hay demandas similares, como en los casos de Brasil y Colombia. Es importante notar que, aunque hace algunos años estas normas hayan sido diseñadas específicamente para los contextos nacionales, los reguladores se alinean, cada vez más, con iniciativas internacionales. En lugar de diseñar reglas de reporte muy específicas, se indican estándares internacionales, el alcance que se aplicará al país y el plazo para su cumplimiento. En este sentido, las normas de divulgación de información de sostenibilidad S1 (ambientales y sociales) y S2 (climáticas) del IFRS (Normas Internacionales de Información Financiera) se han convertido en las principales referentes en este sentido.
Uruguay, está dando sus primeros pasos en esta dirección. Las Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC) ya están obligadas a presentar reportes de sostenibilidad. La Hoja de Ruta del Banco Central (2022) tiene como línea de acción a mediano-largo plazo, determinar el tipo de información ASG a divulgar por instituciones financieras y/o sus clientes.
El Observatorio de Reportes de Sostenibilidad de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República publicó este año una base de datos de las organizaciones uruguayas que publican algún tipo de reportes de sostenibilidad, de manera de poder analizar la evolución del reporting en Uruguay y monitorear el creciente desarrollo de esta práctica en el país.
“Identificamos 113 organizaciones que publicaron reportes entre el 199 y el 2022 de los cuales 66 lo hacen de forma local y no a través de su casa matriz” indica Aiblis Vidal, profesora Adjunta de la Facultad y Coordinadora del Observatorio y de la Certificación Profesional en Reportes de Sostenibilidad. “La tendencia es creciente – tanto en cantidad de organizaciones que reportan año a año como en la cantidad de reportes de sostenibilidad locales de Uruguay frente a los reportes de la casa matriz. De hecho, estamos viendo cómo en algunos rubros se estimula la competencia y al principio había pocas empresas reportando y hoy son cada vez más.” Además de relevar y sistematizar la información de los reportes de sostenibilidad, desde la Facultad apuntan a generar líneas de investigación en base a los reportes publicados, fomentando así la transparencia y la comparabilidad.
Estas publicaciones en parte responden a una demanda de los consumidores, inversionistas y otras partes interesadas de las empresas, que buscan que su dinero -ya sea para la adquisición de productos o para contribuir con el crecimiento de la empresa- esté asociado con impactos positivos. De hecho, de acuerdo con PwC, a través de una encuesta en más de 30 países, las personas están dispuestas a pagar casi 10% más por productos considerados sostenibles. Asimismo, Morgan Stanley indica que más de tres cuartos de los inversores individuales están interesados en empresas que consideran ASG -además de generar retornos de mercado- y más de la mitad tiene como objetivo aumentar la participación de inversiones responsables en su portafolio en los próximos meses.
El caso de Unilever refuerza el punto de que hay oportunidades de mercado que pueden ser catalizadas a través de la inversión en la sostenibilidad y el reporte para divulgar sus resultados: sus marcas sostenibles crecen hasta dos veces más rápido, que las demás.
Por otro lado, existe la evidencia para afirmar que, el costo de preparar informes de sostenibilidad puede exceder el presupuesto asignado para implementar cambios reales. Este problema a menudo está relacionado con la complejidad y el rigor de los requisitos de presentación de informes ASG, especialmente cuando las empresas enfrentan nuevas regulaciones.
Los costos de preparar informes incluyen la recopilación de datos, la auditoría de terceros y garantizar el cumplimiento de múltiples marcos, lo que puede llevar a las empresas a invertir mucho en informes mientras las acciones reales de sostenibilidad se quedan atrás. Esto puede llevar al greenwashing, cuando las empresas priorizan la gestión de la imagen sobre mejoras ambientales o sociales sustanciales. Es posible que no se asignen presupuestos proporcionales para realizar cambios tangibles en las operaciones o que las metas establecidas se revisen cuando la gobernanza cambia y la gerencia decida reducir los compromisos ambientales y sociales, como sucedió recientemente en el caso de Unilever.
Considerando esto, lo más importante para que una empresa empiece a reportar su desempeño en sostenibilidad, es realizar un diagnóstico de cuáles son los temas ASG materiales para su negocio, identificar el nivel de desempeño esperado para la empresa -considerando exigencias legales, demandas de partes interesadas y el nivel de performance de empresas pares- y establecer metas. No obstante, también hay que revisar las acciones en curso, qué debe ser reforzado para cumplir con sus objetivos y cómo medir los avances.
Solo así el reporte estará basado en evidencias duras de compromiso con la sostenibilidad y tendrá una razón de ser más allá de la mejora de reputación en el corto plazo -a través de la divulgación de acciones superficiales y/o incipientes-, cumpliendo con las expectativas de reguladores, inversores, clientes y otros stakeholders. Hay actores de mercado que buscan apoyar a las empresas a cumplir con esta misión, como los bancos comerciales, de desarrollo y multilaterales, y fondos que proveen asistencia técnica para reportes asociados a sus recursos (ver ejemplo del Fondo de Innovación en Energías Renovables en Uruguay, REIF).
Recientemente, Unilever divulgó que va a invertir 1.000 M € más en sostenibilidad. Esta vez, los recursos pasarán por un proceso de asignación preestablecido, según los temas materiales asociados a sus operaciones y marcas. Esto demandará que la compañía eleve la vara de su reporting, siendo más específica y transparente sobre los resultados generados con estos recursos y cómo los alcanzaron, para generar credibilidad entre los consumidores y partes interesadas.
Dependiendo de las intenciones de quien lo publica, el reporte de sostenibilidad puede ser la respuesta a una demanda de un regulador, un instrumento de marketing, un manifiesto de greenwashing o una herramienta de toma de decisiones y hoja de ruta de gestión ambiental y social de la empresa. Lo que es un hecho es que la tendencia de publicarlos va en aumento en el mundo.
Según KPMG, en 2022, el 79% de las 100 empresas de mayores ganancias de los 58 países encuestados presenta reportes de sostenibilidad y han seguido aumentando constantemente las tasas de presentación de informes con cada encuesta global que hacen. Esa misma encuesta incluye por primera vez Uruguay e indica que 57% de las 100 empresas de mayores ganancias ya lo hace.
«En Uruguay, estamos viendo que los reportes de sostenibilidad siguen un camino similar al que tomaron hace algunos años los reportes de riesgos en sectores como el financiero y de seguros,» explica Virginia Suárez, directora del Scotiabank Uruguay, asesora de las Naciones Unidas y directora independiente. «Antes, no era obligatorio reportar riesgos de manera formal, pero con el tiempo la regulación y la transparencia se volvieron clave para el mercado. Estandarizamos y hoy hablamos el mismo lenguaje. Hoy pasa lo mismo con la sostenibilidad: lo que antes era opcional ahora es necesario, impulsado tanto por las regulaciones como por las expectativas de los inversores y consumidores. Vamos aprendiendo y poniendo métricas, de hecho, al día de hoy en las matrices de riesgos se especifican ya los riesgos ambientales y sociales. Las empresas que no adopten esta visión podrían quedarse atrás.»
Una encuesta de PwC en más de 30 países indica que las personas están dispuestas a pagar casi 10% más por productos considerados sostenibles.
Fred Seifert es Experto Internacional en Impacto del Comité de Inversiones del REIF.
Ester Zaha es Experta en Impacto del Comité de Inversiones del REIF.
Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de REIF (Fondo de Innovación en Energías Renovables), ni las instituciones socias.
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